En el año 1982, el gobierno argentino de facto recuperó temporalmente la posesión de las islas, como medida desesperada para anestesiar a la población con falsos patriotismos, con la exaltación de la necesidad de soberanía argentina sobre el archipiélago. Todo esto, con la intención de prolongar unos meses más su estancia en el poder.
Hoy, treinta años después, nos vemos envueltos en circunstancias políticas diferentes, bajo contextos socioeconómicos diferentes, en los que está en juego el presente inmediato y el futuro de la gente. Pero no, la gente no es tan importante; es más importante el escudo de la patria, la bandera, el orgullo nacional. Es más importante defender lo indefendible, distraer a nuestros pueblos haciéndoles creer que luchan por nosotros, que reclaman por nuestros derechos, y terminamos quemando banderas en la entrada de la embajada ajena, como si los kelpers tuvieran la culpa, como si los chicos del Manuel Belgrano fueran responsables.
Hoy la responsabilidad es bilateral; Argentina, Gran Bretaña, sus políticos. De ellos dependen las terribles consecuencias que todo esto puede ocasionar; no nos dejemos distraer de lo que es verdaderamente importante; hablamos del trabajo, el hambre, la igualdad de derechos en la sociedad; hablamos de que se dediquen de una vez por todas a trabajar por los pueblos argentino y británico, ambos conformados por “seres humanos”.
Soñamos con que esta imagen simpsoniana algún día pueda hacerse realidad.
L.O.H.ES.PO.
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